En algún punto de nuestras vidas hubo un quiebre, desde ahí todo cambio. Tomamos la decisión más importante del último tiempo de nuestras vidas. La pregunta es si cambio para bien o para mal, si fue positivo el quiebre o no.
No sé responderte eso, no sé qué pensar porque hoy me encuentro en medio de una isla rodeada de agua y de incertidumbre, incertidumbres provocadas por tus besos, por tu encanto y tu ternura. Cariño que jamás pensé que vendría de vos.
Y hoy estamos acá de pie, mirándonos uno al otro, separados por algunos metros, sin embargo, a mí se me da que nada nos separa, cuando estoy cerca de ti.
El alrededor nos aleja, no puedo abrazarte, no consigo tocarte como deseo, como anhelo todos los ocasos, que tus las pasas con ella y yo sola pensando en ti, en nuestra fogosidad y en nuestra cama.
Me dijiste “voy a pensar todo el fin de semana en los besos a escondidas”. Sé que es cuando te separas de ella y duele. Pero en mí saca una sonrisa porque en tu cama estoy yo, porque en tu corazón yo mando y en tus pensamientos te acompaño.
Duele tener que aceptar a que jugamos y los pactos que aceptamos en un cuarto de hotel. Duele el qué dirán y las adversidades. Pero cuando sale tu nombre mi sonrisa se ilumina y cuando te veo, como ahora lejos y cerca, soy otra, soy feliz, porque me haces feliz, con tus risas, con tus abrazos en las distancias.
Si me vendas los ojos sabré donde estas, porque aprendí a verte a ciegas y a sentirte en la distancia, pero quisiera vendérselos a ellos y así poderte mirar a los ojos sin miedo, sin restricción.
El día de trabajo se termina cada uno a su hogar. Me voy a pensar el resto del tiempo en vos, hasta nuestro nuevo encuentro, en este instante sucedido, en este nada para ellos y todo para nosotros.
Un día dije que, “el amor se presenta perfecto, pero en verbo equivocado”. Y es por vos, para vos, para el que me hace estremecer de placer y pasión, el que me saca sonrisas con solo ver su nombre, con el que sueño todas las noches, pero al despertar extraño sus besos y odio su ausencia.
Una noche te dije que te quería, y tu respuesta fue encantadora, una sonrisa más bella que el sol y un beso más sabroso que el chocolate. Pero lo triste es que queda todo ahí, nunca llegara el te quiero al revés, nunca escuchare el yo también o yo más. Porque no es para mí tu amor, tu amor ya lo entregaste a ella hace muchos años. Yo hoy solo cumplo función de placer y no de cariño, de amistad y no de amor, de aventura y adrenalina.
Y es acá donde debato entre llamarte y olvidarte, entre recordarte y abrazarte. Es acá donde quisiera que ese quiebre en nuestra historia no haya existido y solo seamos amigos. Porque me duele tener que esperar llamados que no sonaran, encuentros que no sucederán y me desespera tener que esperar al próximo encuentro, aunque todo cambie cuando te veo.
Hoy me paro enfrente de la tumba vacía de nuestro amor, para derribar el sufrimiento que tú me causas, pero no por falta de amor sino por amor no correspondido.
Me has amado más que nadie en la vida, pero tu amor no me concierne, le corresponde a ella, a la que te puede amar sobre el escenario de la vida.
He vivido las noches más románticas que una mujer ha soñado, con risotadas y largas conversaciones, con amor y pasión, con locura y adrenalina.
Pero han llegado los días en que me levanto con una lágrima, por culpa de ella, por culpa de quien duerme contigo todas las noches. Por eso hoy me para aquí y te digo adiós, adiós al hombre que me hizo sentir mujer sin que fuera mi hombre, al hombre que me amo en silencio, y a gritos en la oscuridad de la nuestra intimidad, al que amo entre bambalinas.
Maselli, Carla.